24 agosto 2012
12 julio 2007
El Pasodoble en la Revista
Durante tres años hice radio y puedo asegurar que fue una experiencia única.
Me propusieron presentar y dirigir, además de escribir los guiones, un programa que abordase músicas, digamos, decadentes como el cuplé, el chótis o la revista.
Me pasaba la semana pergeñando historias que los jueves fluían en mi voz que, perdonen la vanidad, brotaba muy radiofónica.
En cierta ocasión me referí al pasodoble dentro de la revista y esto es lo que escribí:
“El beso”, número musical de la revista “La estrella de Egipto” tuvo en la inigualable Celia Gámez tremendo éxito.
Aquello de: “La española cuando besa es que besa de verdad” encajó perfectamente en la época de su estreno. Ahora no tendría ningún sentido ya que los besos y otras cosas se dan con demasiada facilidad.
El caso es que el pasodoble de Ortega y Moraleda reportó pingües beneficios a sus autores que se apresuraron a seguir componiendo temas para abastecer las obras que se estrenaban continuamente en los teatros madrileños.
Muñoz Román y Jacinto Guerrero también formaron un magnífico tándem que dio resultados fantásticos como la revista “¡Cinco minutos, nada menos!” de la que se destacó el pasodoble “La Montijo y sus dragones” que Maruja Tomás interpretó con gran acierto.
En “La orgía dorada” intervinieron nada menos que cinco autores: Pedro Muñoz Seca, Pedro Pérez Fernández y Tomás Borrás (a la sazón, esposo de La Goya) que escribieron el libreto; Jacinto Guerrero y Julián Benlloch se encargaron de ponerle inspirada música.
Uno de sus números más conocidos fue el pasodoble “Soldadito español”.
“Soldadito Español, soldadito valiente
el orgullo del sol es besarte en la frente…”
Cuentan que el mismísimo Jacinto Guerrero solía dirigir la orquesta del teatro quizás con la pretensión de visualizar en lugar tan privilegiado a aquellas adorables vicetiples. Y que conste que esto lo digo con el mayor de los respetos.
“Doña Mariquita de mi corazón” en la que Muñoz Román colaboró con Alonso se presentaron números tan acertados como “Jueves Santo madrileño” del que Raquel Rodrigo hizo una preciosa versión.
De Raquel Rodrigo, si les parece, hablaré la próxima vez.
02 julio 2007
Si me quieres mirar... ¡mírame!
Se nos viene abajo la Gran Vía de musicales made in USA mientras nuestra revista espera, paciente, reverdecer músicas y situaciones que encantaron al personal allá por los 40’ y 50’ del pasado siglo.
No entiendo que ningún empresario se arriesgue porque, estoy convencida, la recuperación de “El Águila de fuego”, “La blanca Doble”, “La estrella de Egipto” o la sempiterna “Las leandras” serían un éxito y el espacio cedido al evento colgaría el ansiado cartel de “NO HAY BILLETES”.
Pero para ello, habría de presentarlas con todo lujo, sin escatimar ni un Euro en decorados y vestuario, buscando las vicetiples más hermosas, los cómicos más apropiados, una vedette de categoría que cantara lo suficiente, buenos músicos y un director que entendiese y amase el género.
¿Difícil? Por supuesto, pero no imposible. No me cabe duda que un casting exigente lo lograría. Aún pienso que en España hay mucho arte, aunque lo que se nos muestra habitualmente enturbie esa realidad.
La revista, a la que por un exceso de rubor se la llegó a clasificar como humorada cómico lírica o sainete, está vivita y coleando y, además, es nuestra.
Pongo final a esta reflexión a los sones del sincopado número “Mírame” de la revista “Yola” estrenada por la genial Celia Gámez en 1.941. El libreto surgió de la inspiración de Sáenz de Heredia y Vázquez Ochando y la música de Quintero y Moraleda.
Como diría un castizo: “¡Casi nada la pomada!”
Si tu amor es verdad
¡Mírame!
Para hacerme soñar
¡Mírame!
Para hacerme feliz
¡Mírame!
Si me quieres matar
¡Mírame!
26 junio 2007
Trudi Bora
Siempre gustó en la Revista que la vedette fuese extranjera. Dentro de lo intocable de puro mitológica que es una vedette, si encima resulta que se ha criado en lejanas tierras desconocidas donde se habla de otra manera y vaya usted a saber cuántas riquezas y superioridades de todo tipo disfrutan, la cosa ya toma tintes irresistibles. Igual que ahora suponemos que los extraterrestres son, por lógica, mucho más evolucionados que nosotros, tristes terráqueos, en aquellos momentos el extranjero (quedara eso más al norte o más al este) era la cumbre de la modernidad y el lujazo y el esplendor.
Tanto es así que aunque en la intimidad más de una vedette hablase en catalán, o en gallego, o en andaluz, procuraban imponer un toque foráneo a sus modos sobre el escenario, o componerse nombres artísticos que sonaran a grandeza de otras tierras (sin pasarse, porque hacía falta que se pudieran pronunciar fácilmente en castellano) y armarse de valor después para defender de por vida ante los admiradores un glamour exótico levantado a pulso, de sueca o de inglesa o de italiana, o de donde fuera que vinieran las mujeres más guapas, que para el espectador de entonces era de cualquier sitio menos de su país. Tampoco es necesario ningún esfuerzo de imaginación para entender todo esto: Marlene Mourreau lleva por estos lares media vida y miren si todavía le patina con sospechosa terquedad su erre a la francesa, y en otros términos, muchos grupos musicales del pop español juegan al inglés lo que se puede. Pues lo mismo, pero en vedette, y en los años 40.
Precisamente en forma de vedette, y en los años 40, llega a España Trudi Bora. Digo que llega a España porque Trudi era alemana de verdad, nacida en 1923 con el nombre de Gertrude Bauer. Y ya se pueden figurar la que se organizó. Tras tantas “extranjeras” de milonga, Trudi no requería de ningún esfuerzo en particular para parecer alemana. Trudi Bora fue algo así como la imagen de Europa, la representante de lo que quiera que hubiera más allá de los Pirineos. Venía de la mano de Curt Doorlay, presumo que su compañero sentimental, que le hacía de manager y de autor, y con el que produjo y protagonizó varias Revistas de muchísimo éxito, entre ellas Rápido Internacional, estrenada el 28 de agosto de 1941 y de la que extraigo para compartir “Ámame”, un precioso fox lento que Trudi Bora grabó para Odeón acompañada por la orquesta de Luis Rovira. Justo al año siguiente estrenaría Noventa y nueve mujeres contra tres hombres, y era sólo el principio de una larga lista de obras que mantenían con rigidez el mismo argumento y que servían de excusa para que la jovencísima Trudi encandilara a los hombres con sensuales canciones de amor traídas desde el universo de la distancia geográfica.
Algo más tarde llegarían Los Vieneses, compañía de Revista fundada por Artur Kaps, Franz Johan , la ventrílocua Herta Frankel (y su perrita Marilyn), los tres austríacos, y Gustavo Re, italiano, y que contó con la propia Trudi Bora, Félix Gundelmann y otros artistas que colaboraban según las necesidades del grupo. Aunque ganaron fama y dinero por los escenarios de todo el país y sobre todo en el Paralelo de Barcelona, Los Vieneses tocaron la gloria gracias a la llegada de la televisión, pasando a dirigir los programas musicales, de variedades e incluso algunos infantiles, quizá por aquello de que sus Revistas presentaban un blanco cegador, o porque en el invento televisivo recién estrenado se sufrían graves carencias de personal.
Ámame, Trudi Bora, de la Revista Rápido Internacional
25 junio 2007
Hace unas noches la periodista Cristina Tárrega, desde su atalaya de Territorio Comanche, me preguntó de sopetón:
-Las hijas de artista lo tenéis difícil, ¿verdad?
Entonces pensé en mi madre y el privilegio que fue empaparme de su arte, su escuela inigualable, su estilo. Olvidé todo lo que, por otro lado, me había perjudicado ser su hija en cuanto a promoción. Esta profesión es una hoguera de las vanidades, un auténtico “territorio comanche” en el que priman otros valores: una vida escandalosa puede dar brillo y esplendor a una carrera que, la mayoría de las veces, no merece ni siquiera una pequeña oportunidad.
Yo me he empeñado en continuar en su línea de cupletista haciendo oídos sordos a los que me aconsejan cantar otros géneros porque adivinan que los matices de mi voz podrían muy bien encajar con el bolero o las baladas. Seguramente tienen razón pero el cuplé está tan desvalido siendo tan hermoso… Es como un perro abandonado que necesita que lo acojan y mimen. No encuentro mejor paralelismo.
Pero volviendo a la entrevista, contestar “depende…” hubiera sido la mejor de las respuestas. Sin embargo, recordé a la hija de otra querida artista: Rocío Dúrcal. Shaila, al igual que yo, había estado en la sombra, haciéndole los coros a su madre y a p r e n d i e n d o. Y de ella hablé, “olvidándome del olvido” del que soy objeto. Shaila Dúrcal honra a su madre grabando ese precioso disco “Recordando”. Creo que sería injusto hacer comparaciones. Es mejor agradecer que nos la recuerde. Tiene ternura en sus ojos que sonríen como los de la inolvidable Rocío y su voz es agradable y cálida. Quiero imaginar que detrás de ese trabajo discográfico está la mano de su padre y la sombra protectora de su madre. Me alegro que triunfe porque se lo merece, aunque a mí me lo pongan tan difícil…
14 junio 2007
PIAF
V.O.
No es que yo pretenda en este blog, hacer crítica de cine y teatro pero hay ciertas experiencias que deseo compartir.
Si os gusta Edith Piaf (e, incluso, si no es santa de vuestra devoción) os recomiendo la magnífica película de Olivier Dahan que sobre la vida de esta enorme cantante se ha estrenado en España hace ya algunas semanas. Y os aconsejo verla en versión original subtitulada.
El extraordinario trabajo de Marion Cotillard en el dificilísimo papel protagonista la hace doblemente interesante e imprescindible como película de culto. Un derroche de talento que queda patente en una interpretación que roza lo sublime. Esta joven actriz afronta con total entrega un rol que va desde la adolescencia a la prematura vejez de Edith Piaf a la que esta película, sin duda, ha hecho justicia, no como la dedicada en España a Lola Flores que habrá hecho revolverse en su tumba a la Faraona.
Olivier Dahan aborda la durísima vida de la Piaf de manera impecable pues, a pesar de los frecuentes flash- backs, no se pierde el hilo; al contrario, nos maneja con habilidad y nos sorprende en cada secuencia.
Sólo un pero: la traducción del título ha sido poco afortunada: “La vida en rosa”, a pesar de ser uno de sus temas más famosos, no refleja el argumento de una vida que era todo menos rosa. Yo hubiera puesto, simplemente, “PIAF”.
Y algo poco habitual en las salas comerciales, al terminar la proyección el público permaneció sentado visionando los créditos; quizás, sobrecogido o, sencillamente, porque los espectadores de películas en versión original, saben de cine.
www.olgamariaramos.com
30 mayo 2007
POR LOS OJOS DE RAQUEL MELLER
El teatro está vivo
Hugo López -al que considero el Amenabar del teatro- no deja de sorprenderme, aunque, por su talento no debería ser así. Ha hecho de “Por los ojos de Raquel Meller” una obra en continua evolución. Las tres versiones que he visto, no me han defraudado. Esta última me ha gustado aún más y creo que con la siguiente (porque seguro que Hugo aún nos reserva más sorpresas) volverá a ocurrir.
La música de fondo, no sólo el acompañamiento de los cuplés sino lo que considero banda sonora, fantástica e impecablemente interpretada por el pianista ucraniano Mikhail Studyonov.
La plasticidad de la obra absolutamente perfecta.
El vestuario, que ha seguido mejorando, imaginativo y auténtico y es que los trajes (que se diría tienen la pátina del tiempo) parecen sacados de un viejo arcón.
Los actores bordando sus papeles, principalmente, Irina Kouberskaya y Rocío Osuna.
Respeto para la figura de Raquel Meller en una obra llena de dramatismo, humor y matices ¿Hay quien de más?
Olga María Ramos
Cupletista y Cupletóloga
www.olgamariaramos.com
POR LOS OJOS DE RAQUEL MELLER
http://www.salatribuene.com/