12 diciembre 2006




Ella es el ejemplo más claro de vedette con fecha de caducidad. Norma Duval comenzó como Miss Madrid en los setenta, y desde entonces, aprovechó su belleza física para trabajar, al no tener otras cualidades destacables. La Revista la ensalzó y la coronó un tiempo, la llevó a París con rosas de diva, y a su regreso fue la piedra angular del nuevo morbo del destape.

Supo después volverse anécdota en programas televisivos de variedades, invertir sus ahorros ejerciendo de empresaria, y desaparecer más tarde tras los brillos de un matrimonio ventajoso. Norma es el manual de la vedette con sentido común, que no arrastra lo que fue por escenarios de segunda ni deja que el público note que el tiempo no pasó en vano, ni la belleza como cualidad en solitario es un valor a largo plazo.

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