28 febrero 2007





MANTÓN





Olvidado y triste
reposaba el mantón
en la almoneda.

Su belleza,
bajo la levedad del polvo,
escondida

Lo tomé en mis manos,
ceremoniosamente,
cuidando que el delicado tejido
no sufriera algún quebranto.

Lo ondulé en el aire,
una,
dos,
tres veces…
y se esparció una nubecilla gris

Las aves agitaron sus alas;
o eso me pareció.

Las flores,
desprendieron un hondo perfume;
o eso creí.

Los flecos, largos y sedosos,
se arquearon en el aire como juncos.

Entonces,
me ceñí el mantón
y me sentí reina






Olga María Ramos
Enero 2007

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2 comentarios:

Ana Julia dijo...

Está visto que la que vale, vale para todo.

Anónimo dijo...

Añora un servidor ese rumbo y esa elegancia de Olga María ciñéndose el mantón. Y espera volver a verla de nuevo alguna noche madrileña como las de "La Chulapona", con "olor a albahaca".