23 mayo 2007





SAN ISIDRO


En los días isidriles, Olga Ramos renacía como las golondrinas que cada primavera aún anidan frente a su ventana.
Disfrutaba con lo cotidiano, nunca ambicionó más que un vaso de horchata en Rosales o deleitarse con el repiqueteo de un organillo prendido de cualquier esquina,
Pero lo que más le satisfacía era su reencuentro anual en Las Vistillas con el pueblo llano. Cuantas veces actuó por amor… por amor al arte y al Madrid de sus entretelas y es que se consideraba pagada con creces con los vítores y aplausos que le dedicaba el gentío.
Entre sus recuerdos más queridos estaba aquel: “¡Olga, no te mueras nunca!” que un chulapo le dedicó tras pregonar en la cabecera del Rastro las Fiestas de La Paloma.
Castiza por los tres costados, que el cuarto era castúo, Olga bebía los vientos por Madrid y lo amó sin medida y sin pedir nada a cambio que es la forma más generosa de amar. E hizo bien porque así se evitó el sufrimiento de comprobar lo olvidadiza que es esta Villa. ¿O serán sus regidores los de la flaca memoria?

www.olgamariaramos.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los regidores, hija, los regidores (¡y no es parte de una copla andaluza!). El pueblo llano no olvida: bien se vio en las Vistillas la noche del Santo. Madrid, con poquísimas excepciones, nunca ha tenido regidores a su altura. ¡Y es que es mucho Madrid! (¿Te suena, no?).

Anónimo dijo...

Querida prima, me ha encantado el texto y, sobre todo, la foto, que me ha traído muchos y buenos recuerdos.

¿Sabes lo que te digo? Que estoy harta de pantojas, preyslers, famosos y famosillos, después de oírte cantar aquel domingo en las Vistillas. Este país es narcisista, pura parafernalia, y el que se dedica a escribir, a cultivar un género como el cuplé, a cosas que significan cultura, a ese no le dan ni agua.

Ahora bien, tengo que decirte que eres digna sucesora de tía Olga. ¡No te desanimes, persevera!

Precioso blos. Besos de Mar.