Ya no se hace Revista, ya lo sé.
Le pregunté a una gran vedette por qué y me dijo "está de moda el musical americano".
Sí, eso sí, nos venden tremebundos montajes de siete mil decorados, con toneladas de maquillaje bueno, vestuarios como de armario regio, plataformas que suben y bajan, una rosa gigante al fondo que se abre, focos por todos sitios. Sí, ya sé, el musical americano, cincuenta euros la entrada para ver la fachada de un espectáculo vacío, sin actores que sostengan edificio tan pesado. El espectáculo de los fuegos artificiales, de la tramoya sin alma. Igual que en el cine que nos cuelan. Poco guión, reparto de guapos y mucho dinero. Éxito seguro.
Ya no se hace Revista. Yo tengo mis hipótesis. Creo que la gente piensa que la Revista fue algo así como un invento de Franco, como el teatro oficial del régimen. Es mentira, ya se hacía Revista cuando ese señor no había ni nacido.
Y luego, en los tiempos de ese señor, todo era franquista. El cine, la novela, la poesía, la prensa, la Revista también, claro. Todo era franquista, unas veces por devoción real y otras por obligación, porque tocaba eso y punto, a callar. A nadie se le pasa por la cabeza decir que el cine español es franquista, aunque en su momento se rodara "Raza", o "Sin novedad en el Alcázar", o "La alegre infantería". La gente entiende con facilidad que en su momento se rodaran unas cosas, y que ahora son otros tiempos y se hacen otras. La gente entiende con facilidad que había actores, directores y guionistas más afines al régimen, y otros menos que sin embargo pasaban por el aro para no tener que vivir en la cárcel, o en otro país.
A la Revista no se la perdona. Es un género de teatro que ha visto vedettes y autores de todos los colores en todas sus épocas. Sin embargo, a la hora de la verdad, se la relaciona siempre con el dictador. Me gustaría saber por qué. Imagino que tiene que ver con que una de sus últimas reinas, Celia Gámez, cantara cosas como "Ya hemos pasao", seguramente con gusto. Tampoco eso es asunto de nadie. Quizá yo no hubiese podido nunca tomarme un café con ella, pero le hubiese aplaudido hasta quemarme la piel desde el patio de butacas, si hubiese tenido oportunidad.
Quizá también sea que la desaparición del género comienza con la muerte de Franco. Pero eso ocurrió porque de pronto se abrieron las puertas del erotismo y la sensualidad en otras artes que hasta el momento habían estado más fieramente vigiladas que la Revista, y por eso, quizá, el público le dio de lado. O quizá con las libertades recién estrenadas, la vedette perdía el encanto de lo prohibido, la magia del pecado.
Ahora es políticamente incorrecto que te relacionen con la Revista. Muchos de los actores de comedia que tienen hoy más de cuarenta años, aprendieron a hacer teatro con ella, pero la mayoría prefieren que no conste en su curriculum.
Igual por eso son tan buenos como para vivir siempre de su trabajo, porque la Revista fue la maestra que ponía a prueba la capacidad de improvisación, el control permanente de la atención del público, la creatividad y el sentido de juego del actor. Ahora es políticamente incorrecto que te relacionen con la Revista. Qué lástima. Qué culpa tendrá el teatro de nuestros golpes de Estado.
Hagan ustedes lo que quieran. Yo prefiero la Revista.
3 comentarios:
Estoy completamente de acuerdo contigo, amiga. ¿Cuándo se dejará en España de pedir carnés de afiliación a la hora de valorar una obra literaria, musical, artística? Parafraseado al gran Wilde, no existen autores o artistas de izquierdas o de derechas, morales o inmorales según los criterios de turno: sólo existen buenos y malos autores, buenas y malas obras. Y que me guste en lo artístico Celia Gámez o el lo literario Agustín de Foxá no sume a mi republicanismo en ninguna contradicción existencial. L'art pour l'art, ¡qué gran verdad!
Sucede lo mismo con el monólogo humorístico, algo que se nos ha tratado de vender como novedad cuando ya lo hacía Gila con la genialidad añadidad de crear un mundo humorístico y no conformarse con la chanza fácil dedicada a lo que me pasa cuando riño con la parienta. Como Pedro Reyes, al que ya sólo se le ve de jurado en programas de tres al cuarto.
Y no eran exactamente monólogos, porque el monólogo lo era él en persona, lo de Eugenio. El soliloquio, abstracto, sobrio y amargo del chiste. Qué grandes todos ellos.
Lo del monólogo a la americana es más apropiado para un pueblo que se la coge con papel de fumar, obligado a exorcizar sus complejos mediante ese absurdo modo de vida.
Viva el género patrio, vivan Tip y Coll, que nunca me gustaron pero vivan, Faemino y Cansado, los primeros Martes y Trece y viva "La Hora Chanante".
Si Lita Claver hubiera nacido en USA...
Para tu galería, te dejo a la Maña en el enlace con mi nombre
Un abrazo
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