LAS SEIS REVOLUCIONES DE LINA MORGAN
TERCERA REVOLUCIÓN: Yo hago las cosas a mi manera. ¿Estamos?
Se trataba de parecer Celia Gámez haciendo el Pichi, para eso el jefe le marcó claramente los puntos claves del número musical. Aquí pones la cara así, aquí te paras, en esta frase haces este gesto, y en esta el otro. ¿Estamos? Estamos, sí señor, estamos.
En cuanto salió al escenario llegada la hora de la verdad, Lina y sus 21 años notan que allí sólo queda ella, su oportunidad y el público. Y nadie más. Y Lina desmorona de tres patadas el Pichi pactado, y se marca el suyo, el que le da la gana, el que le parece más adecuado. Un Pichi a lo Lina Morgan cuando no existía nada que fuera “a lo Lina Morgan”. Lo termina y se marcha al camerino, con la sensación de poder absoluto ya desaparecida. Los golpes en la puerta y la voz del jefe al otro lado la llevan de vuelta a la realidad: ahora es cuando me ponen en la calle. Se acabó.
Pero la llamada es para que salga a saludar, porque el público la reclama. Quieren ver ese Pichi otra vez. Y otra vez. Y otra vez. Y otra vez y otra. Aquella noche, y las que vinieron después, ser Lina Morgan sería mejor que parecerse a Celia Gámez. El público acompañaba su revolución, igual que hubiese podido abuchearla, y entonces la historia posterior sería distinta. O quizá no, quizá la revolución de Lina no tenía obstáculo posible. Quién sabe.
1 comentario:
¿cuando van a hablar de Trudi Bora?
Publicar un comentario